Grandes cambios, incógnitas y nuevos retos
El sector del automóvil está viviendo importantes
cambios que van a tener como resultado, con toda seguridad, un mundo
relacionado con los coches completamente distinto del que hemos conocido hasta
la fecha.
Hace poco tiempo, el gobierno norteamericano salvó
de la quiebra “in extremis” al mayor fabricante de coches de los EEUU, y que
fue la mayor empresa del siglo XX. La deslocalización de los fabricantes
buscando ventajas competitivas derivadas de los costes de producción, la
globalización de la industria y las dificultades económicas que la vieja Europa
está sufriendo desde el verano de 2007, están acelerando los cambios, que se
suceden a una velocidad mucho mayor a la prevista. Como muestra de estos
grandes cambios, basta señalar la reciente quiebra de la ciudad de Detroit,
cuna de la industria del automóvil en el siglo XX y condenada al abandono, una
ciudad fantasma tomada por la miseria y sin apenas huella de un esplendoroso pasado
reciente.
Pero si algún factor va a tener una relevancia
verdaderamente extraordinaria en los grandes cambios que aún nos quedan por ver
en el sector del automóvil, ése es la energía con la que se moverán los coches
en un futuro cada vez más inmediato.
La pasión por el automóvil, esos vínculos que hacen
que el coche sea algo más que una simple máquina para las personas, seguirán
condicionando la relación de todos con esta industria y que seguirá levantando
pasiones. Aunque nuevas formas lleguen y aparezcan desconocidas maneras de
adquirir o poseer un coche, compartirlo, mantenerlo, ponerle combustible o
recarga, conducirlo y pagar los impuestos que requieran, los vehículos seguirán
siendo una prolongación de nuestra personalidad y una forma libre de moverse y
sentirse.
La velocidad con que la industria ha ido cambiando
los vehículos ha sido verdaderamente espectacular. El automóvil requiere de
complementos e infraestructuras incomparables con ninguna otra industria.
Necesita carreteras, aparcamientos, espacios urbanos que han modificado la
fisonomía de las ciudades y las rutas de comunicación, especialmente adaptada
al automóvil y su utilización, hasta formar parte de una forma de vivir que en
la actualidad es inconcebible sin coches, siendo los vehículos elementos de
primer orden en los planes urbanísticos y formando todo ello una parte esencial
en la sociedad actual.
En cuanto a la energía, la única capaz de mover el
inmenso parque de vehículos en la actualidad a un coste posible sigue siendo el
petróleo, cuya industria, a su vez, condiciona los avances y el desarrollo del
sector. Esta situación de dependencia está, por otra parte, en el punto de mira
de los gobernantes preocupados por los altos índices de contaminación,
especialmente de dióxido de carbono, que el uso de los vehículos emite a la
atmósfera y que afecta de forma grave a la naturaleza del planeta. Sin embargo,
son espectaculares los avances que en materia de reducción de emisiones
contaminantes a la atmósfera han ido incorporando los vehículos. No pararíamos
de sorprendernos con la reducción en el consumo de los vehículos. Prestaciones
de potencia y velocidad, se pueden alcanzar ahora con infinita reducción de
consumo.
Todavía no está muy clara cuál será la energía, de
forma definitiva, para mover los
automóviles en el futuro. Las distintas alternativas están provocando una
carrera por la investigación e innovación. Y como resultado apreciable de esta
apasionante situación está la reducción en las emisiones del motor de
combustión, que junto con las iniciativas normativas de los gobiernos, en
especial los más desarrollados, están permitiendo un menor consumo y una
reducción considerable de materias primas para la construcción de los coches,
incorporando nuevos y más ligeros materiales.
Desafortunadamente, en España, la caída en las
ventas de coches nuevos en los últimos años, ha provocado un aumento en la
antigüedad del parque de automóviles, lo que no ayuda a conseguir los objetivos
principales en cuanto a seguridad y consumo. Por esta razón, los planes como el
PIVE, recientemente ampliado (PIVE III) son muy bien recibidos, ya que ayudan
en estos objetivos además de evitar una mayor depresión y desempleo en una
industria, la distribución, que está siendo muy castigada desde el inicio de la
crisis, y en especial en los dos últimos años, hasta llevar las matriculaciones
a volúmenes desconocidos desde la década de los ochenta.
Un estilo de vida
Como hemos señalado, el coche es algo más que una
máquina. Cada persona aspira al coche con el que se identifica, con lo que
desea transmitir y comunicarse con los demás. Los fabricantes han aprendido que
la compra del coche es algo emocional, además de la segunda mayor inversión
personal o familiar. Por eso, fabricar coches que se adapten a la demanda y
sean accesible a sus potenciales compradores, ha sido siempre uno de los retos
de esta industria.
Cuando los vehículos llegaron a estar al alcance de
la mayoría de las familias en los países más industrializados del mundo, el
coche se convirtió en uno de los principales elementos del patrimonio familiar.
No había familia que no aspirase al coche como aspiraba a la casa familiar,
hasta el punto que se convierte en una prolongación del hogar en versión
ambulante. Por ejemplo, en España, un país en pleno proceso de desarrollo en la
segunda mitad del siglo XX, basta recordar las típicas fotos de familia
adosadas al salpicadero, los famosos cojines confeccionados a mano y con
paciencia en el último modelo de punto y que completaban los asientos traseros y,
para los amantes de animales, aquellas réplicas de pastor alemán sentados sobre
un paño de crochet, que meneaban con ritmo la cabeza por los baches de las
carreteras de un país en construcción. Un sueño, aspirar a ser ricos, enseñando
el coche, la casa y el perro ¡¡¡
En la actualidad, lejos de estas costumbres, sin
embargo el coche sigue siendo una prolongación de la propia personalidad de sus
usuarios. Una relación casi emocional entre las formas, el tacto de los
instrumentos, los olores, colores y, en definitiva, toda una serie de
sensaciones con las que el usuario se identifica con la máquina que le mueve,
como una forma más de manifestar su personalidad, su manera de ser y estar, y
en definitiva, originando en el poseedor la necesidad de estar tan a la última
como con otros objeto que forman parte de su vida.
Con una frecuencia casi anual, los vehículos reciben
nuevas modificaciones, tanto técnicas como en el diseño, interior y exterior.
El modelo se ve superado por otro nuevo de última generación, con innovadas
prestaciones y la incorporación en el diseño de las líneas y estilos de
vanguardia, lo que provoca la necesidad de rotación de los vehículos para
aquellos que desean conducir los últimos avances y líneas aparecidas en el
mercado.
Los fabricantes saben adaptarse a los cambios
socioeconómicos que se producen y muchos de ellos se posicionan y alcanzan
ventajas competitivas como resultado de
responder de manera adecuada a estos cambios y ser los primeros en fabricar
el coche que su cliente objetivo le demanda.
La gran incógnita es saber si todo esta relación de
la sociedad con el automóvil seguirá siendo de esta misma forma o parecida en
el futuro. Si los grandes avances en la conciencia en cuanto al consumo
energético modificará el concepto del hombre y la máquina, como hasta ahora lo
hemos conocido, penetrando en su vida y en su manera de vivir. Si esa habilidad
camaleónica demostrada por diseñadores e ingenieros para conseguir una máquina
cada vez más perfecta y más rápida, también será capaz de ofrecer con la misma
eficacia una respuesta a la manera que en el futuro seamos capaces de entender
el uso del automóvil. ¿Veremos calles y carreteras con vehículos modernos
circulando, compartiremos coche o veremos sólo transporte público por ciudades
donde es imposible circular porque han sido modificadas para expulsar al
coche?. Grandes cambios, incógnitas, grandes retos, seguramente que también en
la forma de poseer y disfrutar del coche.
También en el lado social, debemos señalar que falta educación en materia de tráfico desde la escuela primaria. Falta una determinación de los responsables en educar a los usuarios frente a lo que es el uso de una máquina qué, como prolongación de la personalidad del conductor, sirve como manifestación del estado de ánimo, de la forma en que se conduce personalmente por la vida, sólo que manejando un vehículo que desarrolla una acción demoledora para sí mismo y para los demás. Si existe un ámbito donde las personas se manifiestan como son y cómo se sienten, frente a los demás, a los que en ocasiones se les ve como competidores, es el tráfico. El automóvil es capaz de sacar lo más creativo y evolutivo de las personas, a la vez que lo más traumático y doloroso, derivado de los accidentes y del mal uso de los vehículos.
La industria y la sociedad deberán avanzar en busca del equilibrio entre la máquina y las
personas, para que el automóvil siga siendo una parte importante de la
sociedad. De esta manera, habrá cambios en la estructura legal del uso y
circulación, como una mayor especialización e integración de profesionales del
sector en la seguridad activa y pasiva, que supondrá mejoras, para que el
automóvil no se convierta en un enemigo de la sociedad.
Las últimas tecnologías apuntan a nuevos conceptos
de viaje por carreteras, vehículos con medios técnicos que facilitan al
conductor las decisiones que en materia de conducción tiene que tomar,
relevándole en muchos casos sobre la detección de obstáculos y sobre la
dirección a tomar. Sistemas automáticos de encendidos de luces, redirección de
faros, sistemas automáticos de chequeo y avisos de averías, presión de
neumáticos, etc. Todos estos avances, y muchos más correspondientes a una lista
interminable, estarán disponibles en todos los vehículos, y no sólo como se
conocen en la actualidad, sino mucho más novedosos y sofisticados, que cada vez
harán más fácil y cómodo el uso de los coches.
También habrá avances en las infraestructuras, que
se ajustarán a las nuevas tecnologías sobre orientación y posicionamiento
puestas en marcha recientemente, y que en el futuro serán imprescindibles para
conducir, lo que hará de todo lo relacionado con el automóvil un mundo distinto
al que se conoce en la actualidad.
Por otra parte, todos estos cambios, de energía,
infraestructuras y de conciencia social, tendrán que ser financiados por los
países mediante una política fiscal basada en el uso, en la posesión de los
vehículos, por lo que también habrá cambios importantes en la estructura fiscal
que grava la utilización de los coches.
La aparición de nuevas energías, nuevos métodos de distribución y venta de automóviles, cambios en las infraestructuras de los países, con vías de comunicación adaptadas a las técnicas por desarrollar de conducción automatizada y guiada, una aceptación del automóvil sin rechazos sociales mediante la mayor integración posible entre el coche y las personas, con más seguridad y sin riesgos.
Con todos estos acontecimientos aparecerán las verdaderas expectativas de futuro para el sector del automóvil. Los constructores de vehículos, que tanto han contribuido con sus inventos a lo largo de los dos últimos siglos en el bienestar del hombre y en el desarrollo social, encontrarán las claves de futuro mirando al usuario, al cliente, a la distribución, al consumo energético, y en definitiva, a la sociedad.
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